El feminismo anarquista surgió en Buenos Aires en la década de 1890 en un contexto modelado por tres factores que distinguían a la Argentina entre los estados latinoamericanos del siglo XIX: un crecimiento económico rápido, el flujo de grandes números de inmigrantes europeos, y la formación de un movimiento laboral activo y radical.
La Voz de la Mujer era uno de los típicos diarios pequeños, semiclandestinos y efímeros de la tendencia comunista-anarquista, que reivindicaba la “propaganda por los hechos”.